miércoles, 27 de mayo de 2009

HASTA SIEMPRE

Hasta aquí hemos llegado. En apenas veinte días caerá el telón de esta Liga ACB 2008/2009; en apenas esos mismos días caerá también el telón de esta Plataforma. Lo primero no habrá de ser muy grave, de hecho antes de cinco meses ya tendremos en marcha la Liga ACB 2009/2010. Lo segundo no habrá de serlo tampoco: a estas alturas, la desaparición de otra web de baloncesto ya no importará a casi nadie... aunque a algunos aún nos siga poniendo un poco (o un mucho) tristes, qué le vamos a hacer.

Este es el final de un hermoso sueño, de una bella historia que comenzó allá por 2004 (tal vez antes incluso) cuando unos locos de esto, Paco Navarro y Salva Navarro, Unicajero y NBA+, malagueño y valenciano sin relación alguna de parentesco entre ambos, decidieron dar un paso adelante. Decidieron que algo había que hacer, que webs que hablaran de baloncesto había muchas pero webs que defendieran al baloncesto, que reivindicaran su presencia (en los medios, en la vida), realmente no había ninguna. Para llenar ese vació nació esta Plataforma SEDENA a la que luego tantos otros locos nos fuimos sumando, fuimos compartiendo este sueño, fuimos poco a poco logrando formar parte de él. Pero ya dijo Calderón (no el de los Raptors sino el De La Barca) que los sueños sueños son: en cuanto te descuidas te despiertas.

Este sueño me permitió conocer personalmente a dos grandes tipos a quienes de otra manera jamás habría conocido: Paulo y Paco, Cadoi y Unicajero. Con cada uno de ellos compartí sólo una tarde (de baloncesto en el primer caso, de cañas en el segundo), de cada uno de ellos me llevé la sensación de que podría compartir otros muchísimos ratos de conversación alrededor de este deporte, de esta web, de la vida.

Este sueño me permitió conocer virtualmente a un montón de buena gente, tantos baloncesteros con quienes compartí tantos buenos ratos de lecturas y escrituras acerca de este juego: NBA+, Iceland Ice, Fénix, Sarunas, El Buey Almizclero, El Jinete, Juanralvaro, Decopas, Davidzaz, Halohubama, Koudelin, Gomezbodego, Mirza Delibasic, Sibaris, Txapu, BaskonistaAtope, Ruymanfm, Kanon tfe, Salade, Rubicundo, Jacobinos, Ralm1977, Geboren, Yovaisha, R7k0/Rico, Tonikukoc, Pepelu, Dick Vitale, Lokrum, Marcus Stern, Skip to my Lou, Luisja, Laia, Tina, Carmen, Dani55555, Disi+, Main, Xurxogg, Trikitixa, Paqpaloukas, Sunnset, Tilin, Berdi, El Viajero, G1n0bili, Toine Walker, Corderista, Gardan... y tantos otros cuyo nick ya no recuerdo y que si aún pasan por aquí (cosa improbable) jamás me perdonarán no haberles incluido en esta lista, por lo que de antemano les pido disculpas.

Juntos creamos y mantuvimos este sueño, desde aquellos primeros tiempos, aquel foro que crecía día a día, aquellos artículos iniciales de El Viajero, Toine Walker o G1n0bili, las crónicas estadísticas de Gomezbodego, las impagables joyas que nos iba dejando El Jinete. Y un día de repente resultó que teníamos una web que daba gloria verla y un foro que era nuestro gran orgullo, que nada tenía que ver con otros foros al uso, que recogió debates acerca de nuestro deporte (y de otros temas también, a veces) con una profundidad, una riqueza y un respeto mutuo que habrían sido la envidia de cualquier otra página que se precie. Y montamos campañas, y hasta pusimos nerviosos a organismos, autoridades y televisiones varias, y hasta llegamos a creernos la utopía de que otro mundo (alrededor del baloncesto) era posible. Y quién sabe, tal vez incluso consiguiéramos algo, tal vez más de lo que hoy mismo imaginemos, más desde luego de lo que creímos en su día. Éramos felices, de alguna manera, aunque entonces no lo supiéramos.

Pero como cantaba aquella insigne a la par que recordada tonadillera, se nos rompió el amor de tanto usarlo. Fuimos creciendo, rebosamos el primer servidor, llegaron las primeras reformas, obras y más obras, diseños y más diseños que obligaban a nuevos foros en los que volver a empezar de cero, y el paso del tiempo que nos fue debilitando, y los de toda la vida que se fueron (nos fuimos) cansando, y los nuevos que apenas fueron llegando... Empezó la cuesta abajo y no nos dimos cuenta, o tal vez fue que no quisimos dárnosla. Un día ya fue demasiado tarde. Un día quisimos revivir sin comprender que quizá ya estábamos muertos. Esta web morirá oficialmente en unos pocos días, aunque tal vez murió ya, de algún modo, hace ya unos cuantos meses.

En unos días se acabará esta web y con ella morirá también este blog, esta misma bitácora que usted está leyendo ahora. Este blog nació, creció y se reprodujo en SEDENA, por lo que no tendría sentido que siguiera viviendo lejos de SEDENA. No lo destruiré porque no quiero hacerlo (y además, porque tampoco sabría cómo hacerlo), porque me apetece que siga aún en esa extraña cosa llamada ciberespacio, por si acaso diera la casualidad de que algún día algún incauto aterrizara aquí por puro azar y hasta le interesara lo que aquí hay escrito, por más que ello estuviera ya más obsoleto (desactualizado, dícese ahora) que el vestuario de mi difunta abuela. Así pues este blog aún seguirá vagando en el ciberespacio por los siglos de los siglos (amén)... pero no volverá a registrar ninguna entrada desde este mismo día de hoy.

Ahora bien, mucho me temo que los amables señores de Blogspot (sean éstos quienes sean) no estarán por la labor de mantener hasta la eternidad, ocupándoles espacio, un blog permanentemente inactivo (o tal vez sí, no sé). Así que yo, qué quieren que les diga, me he curado en salud. Todos estos escritos no son gran cosa, lo sé yo mejor que nadie, pero por extraño que resulte les he tomado cariño y no me apetece que se pierdan. Así que he hecho una de esas cosas que jamás pensé que haría: he recopilado buena parte de ellos en un (llamémoslo así) libro virtual, un tocho, juntado en word y pasado posteriormente a pedeefe, en el que se recogen casi todas las tonterías que tuve la ocurrencia de escribir durante estos cinco últimos años. Hace tiempo solía decirse que un ser humano, para sentirse plenamente realizado, tenía que haber tenido un hijo, haber plantado un árbol y haber escrito un libro; no es que esté yo muy de acuerdo con semejante chorrada, pero en fin: hijo tengo, alguna vez (aún sin querer) habré metido una semilla en un montón de tierra y en cuanto al libro, francamente no sé si esto puntuará como tal, pero ahí quedará para lo que sea menester.

En unos días, cuando consiga averiguar cómo se hace, intentaré colgarlo en una afamada web llamada Bubok, que tiene el maravilloso don de permitir a juntaletras amateurs publicar gratuitamente sus creaciones, pudiendo incluso ponerles precio y hasta obtener algún beneficio a cambio (siempre y cuando, claro está, logren vender algún ejemplar). Allí irá a parar (o eso intentaré, al menos) este ladrillo, al que he puesto el bello a la par que descriptivo título de Delirios Sedeneros, y en el que queda recogido buena parte de lo que un día escribí (unas cuantas cosas me las he cargado, por infumables): desde alguno de los posts que publiqué en aquel primer foro (y que he podido recuperar gracias a que antes los escribí en word, y a que asombrosamente aún estaban en el disco duro del ordenador de mi trabajo) hasta este último, este mismo que usted está leyendo ahora, éste que acaso sea el que más me habrá costado escribir de entre todos los aquí reunidos.

¿El precio? Pues después de pensármelo durante un par de segundos, he tomado la decisión de que éste sea exactamente 0 €, es decir, cero euros (siempre y cuando dicha web lo permita, por supuesto; y si no lo permitiera, pues sería en todo caso un precio absolutamente simbólico, el más bajo posible, qué sé yo, diez céntimos, algo así). ¿Por qué? Pues por dos razones fundamentales: primera, porque no me parece ético cobrar ahora por algo que llevo años publicando completamente gratis; y segunda, porque no creo que haya nadie en su sano juicio que esté dispuesto a pagar por las cosas que yo escribo. En realidad sólo pretendo que aquellos que así lo quieran puedan tener, no sólo en su memoria sino también en su ordenador, un pequeño recuerdo de lo que fue SEDENA. No de toda la web, lógicamente, qué más quisiera yo, pero sí al menos de la cuota de pantalla que a mí me corresponde, de esta pequeña parte de web de la que pude sentirme (más o menos) responsable.

De todos modos, y ya que estamos en confianza (y en familia, me temo), aquellos interesados (si alguno hubiere) ni siquiera necesitarán esperar al Bubok para luego perderse en sus procelosas aguas: desde ya mismo me lo pueden pedir, si así lo prefieren, a zhahihd@yahoo.es , y estaré encantado de remitírselo a vuelta de correo (lógicamente, por el mismo precio; o por el mismo no-precio, para ser más exactos).

Así pues, hasta aquí SEDENA, hasta aquí Zaid en SEDENA... pero no teman (o no se alegren, según) porque aún seguiré incordiando, aún me quedará otro lugar donde escribir: antes dije que este blog nació, creció y se reprodujo... y de dicha reproducción nació ese otro blog al que puse el absurdo nombre de CORRECALLES, y que muy pronto cumplirá ya sus dos primeros años de edad, hay que ver, cómo pasa el tiempo. Fue a nacer en los días previos al Eurobasket de 2007, un periodo en el que preveía tener muchas cosas que contar y en el que temía no poder contarlas aquí, por encontrarse esta web (una vez más) en obras. Durante todo este tiempo convivieron ambos blogs (y hasta compartieron contenidos, en una primera etapa); a partir de ahora el hijo habrá ya de apañárselas solo (en realidad lleva apañándose solo desde hace unos cuantos meses).

Tampoco sé cuánto durará, cuánto aguantaré. Me encamino peligrosamente hacia el medio siglo, una edad que quieras o no te obliga a replantearte muchas cosas: por ejemplo, qué demonios pinto yo aquí escribiendo para presuntos lectores a quienes a menudo doblo (y a veces casi triplico) la edad, gentes a quienes Martín, Petrovic, Sabonis, Magic o Bird les suenan a fantasmas, a quienes cualquier cosa que no esté absolutamente pegada a la actualidad les hará exclamar que ya está aquí otra vez el Abuelo Cebolleta con sus batallitas. Y qué demonios pinto yo aún en un medio como éste del blog que parece estar quedándose obsoleto (perdón, desactualizado) por momentos, arrasado por los tuíter, los féisbuc y demás universos paralelos que aún me siento incapaz de controlar (cualquiera de estos días tendré que pedirle a mi hijo, aún en la pre-preadolescencia, que me dé unas cuantas clases).

Y hasta habré de asumir además que mi número de lectores, ya de por sí escaso, ahora disminuirá aún más con la desaparición de esta web, ya que (según me chiva puntualmente aquella aplicación) la mayoría de la gente que enlaza al CORRECALLES desde otras páginas lo hace precisamente desde esta web de SEDENA, con lo cual ahora perderán esa rutina cotidiana de pinchar allí, desde aquí, para ver qué nueva tontería he escrito. Pero en fin, como no tengo remedio (y como esto de juntar letras me gusta, a qué negarlo) supongo que allí seguiré dando la brasa mientras las ganas y las fuerzas me aguanten, aunque apenas me quede tiempo, aunque me lean cuatro gatos, aunque casi no me lea ni yo mismo.

Así que esta historia mía aún continuará de algún modo lejos de SEDENA, pero ése ya no será el caso de otras historias: ya nunca volveremos a rellenar nuestra Quiniela Sedenera, maravilloso invento de esta web, que nos tuvo entretenidos semana a semana durante estos últimos años y que cualquier día alguien nos copiará en cualquier otra web, sin que (me temo) ninguno de nosotros podamos hacer ya nada por evitarlo. Ya no volveremos a acudir a nuestra Guía Sedenera, hoy de Juanralvaro y que antes fue de NBA+, quizá el lugar más demandado y valorado de la página, quizá el único lugar en el que un aficionado al baloncesto podía encontrar allí reunidas todas las retransmisiones de su deporte, sin tener que ir (como habremos de volver a hacer a partir de ahora) de romería por otras webs, que si la de la ACB o la de la Euroliga, que si la de TVE, la de Teledeporte, la del Plus o las de todas las Autonómicas habidas y por haber. Ya no volveremos a encontrar el Audímetro, esos estudios de audiencia que durante tantas semanas nos dejó Sarunas y que tanto nos ayudaron a saber quiénes éramos, dónde estábamos exactamente (dónde estaba nuestro deporte, para ser más exactos). No sé si aún tendremos el Blog de Ice, ni sé si aún podremos encontrar en algún lugar al Sedenator, las más/menos y demás innovadoras estadísticas que un día creara Unicajero. Ya no tendremos ese foro (nuestro foro) donde desahogarnos cuando fuera menester (de hecho ya era como si no lo tuviéramos), ya no jugaremos al Trivial ni abriremos el clásico post veraniego de fichajes y rumores para la temporada 2009/2010. Ya nunca podremos recrearnos con aquel imprescindible artículo fundacional de Gonzalo Vázquez, ni sabremos ya dónde encontrar todas aquellas maravillas que un día dejó aquí El Jinete. Ya nada será igual.

Todo tiene un principio y un final. Y aunque hoy nos pueda parecer que quizás este final nos llegó demasiado pronto, tal vez sea mejor así. Como ya alguien dijo por aquí hace algunos meses, mejor morir así, de eutanasia, en lugar de seguir muriendo poco a poco, indefinidamente, en lenta y dolorosa agonía. Dentro de unos días Plataforma SEDENA será ya tan sólo un recuerdo: procuremos al menos que sea un recuerdo grato, quedémonos preferiblemente con todos aquellos buenos ratos, con tantos segundos o minutos diarios (y hasta horas, a veces) como pasamos aquí, leyéndonos unos a otros, soltando nuestras parrafadas, montando campañas, festejando victorias o consolándonos tras las derrotas, sufriendo con las audiencias, imaginando como nuestro deporte (más bien, la atención que recibe nuestro deporte) podría ser, tendría que ser de otra manera. De algún modo, fuimos felices. O como suele decirse en estos casos, fue muy bello mientras duró.

También suele decirse aquello de que esto no es un adiós, es un... Francamente, no sé lo que es. Sé que a algunos aún me los encontraré en ese mi otro blog (y allí tendrán siempre su casa), o en esa LigaYajú que aún intentaremos conservar (y puede que hasta lo consigamos) en la que ya habrá de ser su sexta edición (insisto, hay que ver, como pasa el tiempo). Otros tal vez nos volvamos a encontrar en cualquier otra web, en cualquier otro momento, en cualquier otro lugar, quién sabe. Otros ya sólo pertenecerán a nuestra memoria, a ese rincón de los buenos recuerdos al que me referí antes... Sea como fuere, fue, en todos los casos, un verdadero placer. Hasta siempre, amigos.

jueves, 26 de febrero de 2009

salto de calidad

Hace algo más de tres semanas, la ACB, en su página web, nos sorprendió con la siguiente nota:

Hoy lunes, 2 de febrero, se ha celebrado una reunión de trabajo entre representantes de los clubes ACB y directivos de Televisión Española, con el objetivo de seguir evolucionando el producto y la calidad de la cobertura televisiva.

Javier Pons, Director General de TVE, y Julián Reyes, Director de Deportes, se han desplazado a Barcelona para conocer la Asociación de Clubes y mantener un encuentro profesional con el Presidente de la ACB, Eduardo Portela, su ejecutiva y los Presidentes y Directores Generales de los 17 clubes que integran la presente temporada.

“Hemos venido a la ACB con un gran objetivo: refrendar el compromiso de Televisión Española con la ACB y con el baloncesto”, afirmó Pons en su intervención. “Honramos el legado que nos dejaron los anteriores dirigentes, pero la nueva dirección de esta cadena llega con toda la ilusión de maximizar nuestra relación con la ACB, a la que consideramos socios y compañeros de camino, nunca proveedores de contenidos”.

El Director General de Televisión Española felicitó públicamente a la ACB por su trabajo. “Todo el mundo mira hacia España y si lo hace por algo será. La ACB lleva trabajando muy bien desde hace muchos años y es justo que TVE se lo reconozca situándola como uno de los contenidos premium de la cadena”.

Por su parte, Julián Reyes, Director de Deportes de TVE, remarcó la apuesta de Pons manifestando su “creencia total en el producto ACB”. “Desde hace tiempo, y en colaboración estrecha con los dirigentes de la ACB, estamos trabajando un proyecto ambicioso que provocará un salto importante de calidad del producto. Será una manera diferente de entender y ver el baloncesto profesional desde el prisma televisivo que espero y deseo que el aficionado y el espectador aprecien. TVE y ACB saben lo que quieren y se demostrará en un corto espacio de tiempo”.

(las negritas -azulitas, en este caso- no son mías, venían ya de serie en el texto original)

Qué potito y qué herboso (que dirían Martes y Trece, cuando aún decían algo) sonaba todo, de mis enrojecidos ojos brotaban lagrimones como naranjas al leer todas aquellas expresiones, refrendar el compromiso, honrar el legado, maximizar la relación, socios y compañeros de camino, contenido premium, creencia total en el producto, proyecto ambicioso, salto importante de calidad, manera diferente de entender y ver el baloncesto...

Vamos, que huelga decir que no me creí nada, por supuesto. Es decir, sí me creí que se hubieran reunido para la ocasión, faltaría más, pero desconfié de inmediato de toda la parafernalia subsiguiente. No tanto porque sea yo descreído por naturaleza (que también) como porque son ya demasiadas veces, demasiadas palabras maravillosas, demasiadas buenas intenciones, demasiado ruido para tan pocas nueces. Nos vemos, nos ponemos hasta el culo, nos llenamos la boca de buenos propósitos, le decimos a la gente que todo va a cambiar y aquí paz y después gloria hasta que dentro de un año volvamos otra vez por aquí para decirles más o menos lo mismo...

Así pues, llegados a este punto, no me queda ya más remedio que (seguro que ustedes ya estaban imaginándolo) envainármela convenientemente, una vez más. Palabrerías pasadas no presuponen palabrerías futuras (que dirían los bancos, si bien ellos refiriéndose a otras cosas), el que otras veces nos hayan llenado la cabeza de pájaros no significaría necesariamente que esta vez nos la vuelvan a llenar, el que otras veces no les hayamos creído no tendría por qué significar que esta vez no les podamos creer... A las pruebas me remito.

Pruebas que hemos podido percibir claramente durante esta pasada edición de la Copa del Rey: acaso la Copa mejor televisada de cuantas existieron (al menos la mejor de entre las ofrecidas por TVE), del mismo modo que la Final acaso fuera el partido de baloncesto mejor retransmitido de cuantos ofreció en toda su historia TVE. ¿Exageración? Vayamos por partes:

Prueba nº 1: por fin TVE rellenó el hueco que hace ya más de dos meses dejara vacante Scariolo, quien a su vez rellenó en su día el hueco que dejara vacante el gran Creus. Un hueco rellenado, en mi opinión, de la mejor manera posible: Pepu Hernández, que ya sonó para el puesto allá por septiembre, era de lo más apetecible que quedaba en el mercado. Y ciertamente no defraudó. Fue, eso sí, de menos a más: el primer día se le notó contenido, agarrotado, como falto de confianza: sin entrar al trapo de las múltiples chorradas de Romay, hasta pareciendo a veces que le tuvieran que sacar las palabras con sacacorchos... Pero poco a poco se fue encontrando más a gusto, la cosa mejoró ya al día siguiente, y en semifinales, y ya en la Final era por fin Pepu en estado puro. Aportando todo lo que ya sabíamos que podría aportar, y siendo ello apenas un esbozo de lo que podrá aportar en un futuro.

Prueba nº 2: las chicas (ustedes disculpen esta expresión, manifiestamente sexista, ya que me dirán con razón que a ver por qué no hablo de los chicos cuando me refiero a Cañada o Romay, pongamos por caso; pero así nos entendemos). Es decir, Fe López y Virtudes Fernández, pero ya no de una en una (como venía siendo demasiado habitual) sino las dos a la vez, una en cada banquillo, mejor situadas que nunca como prueba evidente de esa estrecha colaboración a la que se aludía en la nota. Aportando antes, después y (sobre todo) durante, y trabajándose además estupendas entrevistas por todo el Palacio en los intermedios. Puestos a hacer comparaciones odiosas no puedo evitar tener la sensación de que aporta más Fe que Virtudes, de lejos. Pero ambas resultan igualmente imprescindibles.

Prueba nº 3: los tiempos muertos. Vale, me dirán que esto no es una novedad, que anda que no hace ya tiempo que podemos escucharlos... Ya, pero es que la novedad no estuvo en el qué, sino en el cómo. Para empezar, ya no es la pobre periodista la que tiene que meter su brazo y su micrófono allí en medio, estirándose cuanto puede, llegando a duras penas, invadiendo algún espacio vital. Esta vez TVE optó por incorporar unos artilugios a modo de grúas (o dicho de otra manera, un palo largo del que colgaba el micro propiamente dicho); aparatosos, ciertamente, pero que cumplen impecablemente su función.

Pero es que además, acostumbrados como estábamos a escuchar tan solo a un entrenador por cada tiempo muerto, y ello en el mejor de los casos, esta vez descubrimos con asombro que hasta podíamos escuchar a los dos. Que no hay publicidad, pues a uno en directo y al otro en diferido. Que sí la hay, pero ésta al menos permite un pequeño hueco al final, pues a los dos técnicos en diferido, siquiera unos segundos tan solo, lo suficiente para hacernos una idea de lo que allí se ha dicho. Todo un lujo a nuestro alcance, por más que a algún entrenador puntual siga sin gustarle (lo cual, por otra parte, es perfectamente comprensible), y hasta se ponga de los hígados (“¡¡¡ponerlo aquí, ponerlo aquí todas las veces!!!”) cuando se encuentra la alcachofa delante de sus narices en dos tiempos muertos consecutivos, y hasta se lleve a sus jugadores a un rincón apartado donde el micro no llegue, y hasta los ponga de pie (y bien apretaditos) para que la cámara no pueda captar lo que dibuja en la pizarra... Insisto, lo entiendo, cómo no voy a entenderlo: hace unos años jamás lo hubiera consentido, pero el que hoy haya accedido (a regañadientes, sospecho) no significa que ahora ya le guste. Nos gusta a nosotros, los que estamos al otro lado, los que disfrutamos gustosamente del invento.

Prueba nº 4: no, lo de los micrófonos en los árbitros tampoco es nuevo. En USA ya hace tiempo que se hace, aquí en fútbol ya hace años que se hizo (el Plus, esporádicamente), incluso en baloncesto laSexta ya lo probó este pasado verano con ocasión de los amistosos preolímpicos. Pero que se haga en un partido de tanta trascendencia sí es toda una novedad, y aún más que quien la implante sea precisamente TVE, Ente conservador por naturaleza (no hablo en términos políticos, sino tecnológicos), que jamás se ha caracterizado precisamente por su atrevimiento a la hora de innovar. El invento funcionó mejor en la segunda mitad que en la primera: más tiempos muertos, menos publicidad, más oportunidades de escuchar a Arteaga aleccionando a sus compañeros una y otra vez. Pero también de escuchar unos cuantos intercambios de opiniones en plena refriega. Supongo que cuesta encontrarle el punto, que esos micrófonos no pueden dejarse permanentemente abiertos (menudo guirigay tendríamos a cada instante), que sólo cabe recurrir a ellos en momentos puntuales, en riguroso directo o (como finalmente se hizo) en breve diferido. Da igual. Pocos inventos resultan más útiles para entender de primera mano lo que sucede dentro de una cancha.

Prueba nº 5: una buena realización siempre ofrecerá muchas repeticiones, lo cual siempre entrañará algún riesgo: allá por los primeros minutos de la final, Unicaja tuvo la ocurrencia (bastante habitual, por otra parte) de presionar el saque de fondo del Tau, lo que provocó que Cabezas (o quien fuera) la estuviera metiendo mientras el realizador aún estaba repitiendo. Esa sería la mala noticia; la buena fue que sólo sucedió esa vez. Fue, salvo error u omisión, la única ocasión en todo el partido, acaso en toda la Copa. Y sí, una sola vez también puede ser demasiado, pero cómo olvidar tiempos pasados que ya nunca más han de volver: hace apenas un par de años nos pasábamos medio partido viendo repetido el otro medio.

Vale que ésta ya no sea una novedad de la Copa, que lleve ya meses siendo así, pero éste no deja de ser un buen momento para celebrar la buena nueva. Mira que parece tan sencillo, respetar el juego, no mutilarlo, aprovechar para las repes esos múltiples espacios muertos, tras una falta, mientras se hacen cambios, los tiempos muertos propiamente dichos, qué sé yo... Y sin embargo a TVE (sección ACB) le ha costado décadas encontrarle el punto, bienvenido sea, y de hecho alguna televisión autonómica de cuyo nombre no quiero acordarme parece que aún se lo anda buscando...

Prueba nº 6: oh milagro, oh prodigio, oh maravilla, TVE decidió hacer un previo justo antes del partido (cosa lógica por otra parte, ya que haberlo hecho durante o después no habría tenido ningún sentido, dada su condición de previo), y de media hora nada menos, algo que ya no recordaban ni los más viejos del lugar. Me pilló tan de sorpresa que no pude verlo, que andaba yo recogiendo a toda leche la cocina para llegar a tiempo al partido propiamente dicho. Sólo sé que por allí anduvieron Lourdes García Campos, cada vez más estrella del deporte en esa cadena, y a su lado el propio Pepu, Paco Torres (Director de Gigantes) y Loquillo, cuya selección no era en absoluto baladí: de siempre fue el más baloncestero (barcelonista y céltico) de nuestros músicos, y ahora además anda presentando un videoclip (anticipo de su próximo disco), Memoria de Jóvenes Airados, en el que se homenajea profusamente a aquella maravillosa generación que durante los años ochenta enganchó a tantos de nosotros (los que ya estábamos en edad de ser enganchados... aunque lo mismo yo ya venía enganchado de serie) a este bendito deporte.

Hubo previo y casi hubo post, también, aunque éste apenas se quedó en nada por la larga duración del partido y de la prórroga subsiguiente. Y todo ello, con ser extraordinario, no fue ni tan siquiera lo mejor: lo mejor es que esto puede ser sólo el principio. García Campos se despidió hasta el sábado próximo (sí, éste que está ya a la vuelta de la esquina), con ocasión del estreno del nuevo contenedor “Tarde Premier, tarde ACB” (o algo así) que estará en nuestras pantallas desde las ¡¡¡tres y media de la tarde!!!

O dicho de otra manera: TVE parece haber decidido por fin apostar por sus dos productos estrella de la tarde del sábado, intentando que éstos no sólo no se excluyan sino que se complementen. Y aunque habrá quien ponga el grito en el cielo por viajar en el mismo barco que la Premier League, yo soy de la opinión de que puede venir muy bien ese arrastre de la audiencia del fútbol inglés hacia nuestro baloncesto. Y aunque habrá quien ponga otro grito en ese mismo cielo por el adelanto horario de la ACB (a partir de ahora a las seis y cuarto), yo también creo que puede ser muy positivo (aunque hace algún tiempo pensara justo lo contrario): a las 20:00 coincides con fútbol de primera, en laSexta o en peiperviú; a las 18:15 sólo coincides con la segunda división, y tampoco en todas partes. No, no soy tan ingenuo como para no saber que la ACB irá a rebufo de la Premier, claro está. Fútbol es fútbol, ya se sabe. Y ni siquiera tengo claro qué sucederá con los restantes contenidos deportivos, si caerán todos a Teledeporte, si alguna semifinal de Nadal hará tambalearse todo nuestro castillo de naipes. Pero sí sé que al menos por una vez TVE parece haber dado carta de naturaleza a nuestro deporte, dándole un tratamiento específico, dotándole de un protagonismo no igual (ni de lejos) pero sí medianamente parecido al que otorga a, por ejemplo, las motos. Y suceda lo que suceda después, al menos eso ya me parece un buen comienzo.

Quedará mucho por hacer, muchísimo: quedará, por ejemplo, instruir al de continuidad (o como demonios se llame eso) para que pinche la publicidad en el mismo momento en que la realización se va al plano general de la cancha, que luego los tiempos muertos van a tope de anuncios y en cuanto se retrasa unos segundos (como suele ser habitual) volvemos luego al partido con el juego ya reiniciado. Quedará también, sobre todo, trabajar mucho y bien el tema de la promoción del producto, eterna asignatura pendiente de esta cadena. Tanto por hacer, pero que no es nada si lo comparamos con lo que ya se ha hecho, lo que se está haciendo, lo que (parece que) se va a seguir haciendo. Si luego nos decepcionan (que no sería nada raro) ya llegará el momento de quejarnos. Pero hoy, al menos, permítanme proclamar públicamente que no volveré a tomar la palabra del Director de TVE en vano.

viernes, 23 de enero de 2009

Coby

¿Suena bien, verdad? Coby ficha por la Penya. Imagine que se lo dicen, no que se lo escriben. Le dicen Coby ficha por la Penya y su mente automáticamente se traslada a Los Ángeles, a ese MVP de la NBA a quien por un segundo le quita el amarillo (y púrpura) para vestirlo de verde (y negro)... justo antes de pensar que le están tomando el pelo, sí, claro, ya, Kobe va a fichar por la Penya, y yo que me lo creo... Pero no, le aclaran, que no es con ka sino con ce, que no acaba en e sino en y griega, ande, mírelo escrito, Coby ficha por la Penya, y su mente automáticamente se traslada 16, casi 17 años atrás, a aquel verano olímpico del 92... para de inmediato pensar que le están tomando otra vez el pelo, sí, claro, ya, la mascota de Mariscal, muy gracioso, a ver qué demonios pintaría en la Penya a estas alturas, vamos que ni para hacer el chorra en los descansos...

Pues es verdad: Coby ficha por la Penya. Un Coby que no es Kobe (aunque ambos hayan compartido vestuario) ni aún menos aquel otro Coby olímpico sino Coby Karl, el hijo del señor y la ex señora Karl, nacido en Wisconsin y criado (entre otros sitios) en Madrid, España, a la vera de su padre don George, en aquel entonces (finales de los ochenta, comienzos de los noventa) entrenador del Real Madrid, luego de Seattle o Milwaukee, hoy orgulloso y satisfecho técnico de los Nuggets de Denver.

Pero Coby no es simplemente el hijo de. La NBA no es un banco ni un comercio ni una empresa pública, nadie accede a la NBA simplemente por el mero hecho de ser hijo de. Coby Karl es un muy buen jugador de baloncesto. Quizá no lo suficiente como para haberse ganado algo más que contados minutos (más o menos de la basura) en aquellos Lakers del pasado año, pero sí lo suficiente como para estarse saliendo estos días en la NBDL (Idaho Stampede, nada menos), sí lo suficiente como para triunfar, más o menos, casi en cualquier lugar donde se lo proponga. Badalona, por ejemplo.

Coby Karl, por lo poco que he podido verle, es un escolta que en caso de emergencia te podría hacer también de base; fantástico tirador, buen pasador, te hace un apaño como defensor, carácter luchador (todo acaba en or). Viene de promediar 18 puntos y seis asistencias en Idaho, y con esas credenciales llega a Badalona para ocupar la plaza que ha dejado vacante Bracey Wright. Y claro, habrá quien espere encontrarse un clon del susodicho ex, pero quien así piense debería quitarse esa idea de la cabeza cuanto antes: Karl es otro perfil, quizás el perfil perfecto para esta Penya; no resulta difícil imaginarlo ya al lado de Ricky, Ribas, Mallet, Laviña, volviendo loco al perímetro contrario, cerrando todas las líneas de pase habidas y por haber, robándola y clavándote el triple en cuanto te descuidas, cuando menos te lo esperas.

Coby Karl, además, no debería tener casi ningún problema de adaptación (aspecto con el que no querrán correr muchos riesgos en Badalona, que digo yo que a estas alturas andarán ya bastante escarmentados). Pero no precisamente por el hecho de que pasara apenas dos años en Madrid durante su más tierna infancia, que eso ya lo tendrá más que olvidado, sino por el hecho de que ha vivido en demasiados sitios, ha cambiado de domicilio demasiadas veces como para que ahora le vaya a resultar extraño venirse para acá. Pero también, y sobre todo, porque a Coby Karl la vida no le ha puesto las cosas fáciles. No, la suya no es la típica historia de chico desarraigado de familia desestructurada a quien el baloncesto haya salvado de una mísera existencia, no, en absoluto. Su historia es completamente distinta, pero no por ello menos dramática.

Coby Karl no fue el típico alumno aventajado (en lo que a baloncesto se refiere) a quien se rifan con sus becas los grandes programas universitarios de la nación. Resulta fácil caer en la tentación de pensar que, con la de contactos que tendrá su padre, casi cualquier college medianamente decente debería haberle abierto de par en par sus puertas. Pues no. Por no abrírsele, ni tan siquiera se le abrieron las de North Carolina, las de esos mismos Tar Heels en los que su progenitor hizo historia a comienzos de los setenta. Coby encontró acomodo en Boise State, modesta universidad del estado de (sí, otra vez) Idaho en la que no tardó en convertirse en estrella... y en descubrir cómo la vida se le volvía completamente del revés.

A Coby Karl (acaso esto sea ya de sobra conocido, ustedes me disculpen si les reitero cosas que ya saben) le fue diagnosticado un cáncer. Pero no un cáncer cualquiera, no en un sitio asequible ni medianamente controlable, no: un delicadísimo tumor en la glándula tiroides, nada menos. Coby Karl fue operado y pasó quimioterapia, pero aquello no fue suficiente; pocos meses después el tumor se le reprodujo aún más fuerte si cabe, y Coby hubo de someterse a otra terrible intervención quirúrgica de más de siete horas, hubo de pasar por muchas más sesiones de quimio, llegó a temerse por su vida mucho más de lo que ahora podamos o queramos recordar. Durante un largo tiempo la preocupación por la salud de Coby resultó ser un tema recurrente en cada madrugada NBA, en cada partido de un George Karl que había padecido él mismo un problema muy similar (cáncer de próstata) muy poco tiempo antes, y en cuyo rictus no resultaba nada difícil adivinar el sufrimiento por el que estaba pasando…

A Coby Karl, por edad, le correspondía el draft de 2007, pero como si no. Con sus antecedentes nadie se atrevió a escogerlo, ni los Nuggets siquiera. Coby, casi aún convaleciente, debió buscarse la vida en ligas de verano, sesiones de prueba y demás bolos similares en una u otra franquicia para finalmente, ya casi a la desesperada, encontrar discreto acomodo en las profundidades del banquillo de los Lakers. Allí, mal que bien, debutó en la NBA; allí debutó incluso en playoffs, aquella inolvidable noche de primera ronda, precisamente contra los Denver Nuggets. De repente, con el partido resuelto, Phil Jackson tuvo el hermoso gesto de hacerle jugar aquellos últimos minutos y algunos jamás olvidaremos la cara de George Karl, enfocada como veinte o treinta veces por las cámaras de televisión, dejando atrás el cabreo por la derrota para entregarse a la emoción, muy difícilmente contenida, de ver allí enfrente a su hijo corriendo por la cancha en plena noche de playoffs, sin que tuviera ya la menor importancia que lo hiciera en el equipo contrario. Tanta tensión, tantos meses de sufrimiento estallándole allí de golpe, aguantándose a duras penas las lágrimas, el corazón casi a punto de salírsele por la boca.

Pero no por ello las cosas iban a ser más fáciles. Este pasado verano, de nuevo sin equipo, Coby volvió a probar aquí y allá, en algún momento hasta se rumoreó muy seriamente que los mismísimos Nuggets de su padre le acogerían en su seno... Pues tampoco, que esto es la NBA, mire usted, que aquí no ha lugar a sentimentalismos. Y que el chico lo que necesita es jugar, recuperar sensaciones, no calentar ya más banquillos: pues eso, que hacia los Stampede de su muy querido Idaho, y de ahí a... ¿Badalona? Coby ficha por la Penya...

Coby está en los 25 años, aún en plena juventud, cualidad fundamental (como su propio nombre indica) de un DKV Joventut que hace apenas unos días batió récords ACB al alinear un quinteto titular compuesto por Ricky Rubio, Pau Ribas, Pere Tomás, Bogdanovic y Norel (20,9 años de media), y que hace apenas unas semanas acabó un partido de Euroliga en Ljubljana con un quinteto aún más joven todavía, Franch, Ribas, Pere Tomás, Eyenga y Norel que ni siquiera sumarán cien años entre los cinco, acaso el quinteto de menor edad que haya jugado nunca en esa competición (y ello con el lujo de aún tener a Ricky en el banquillo). A ese grupo llega Coby: no para ser lo más de lo más sino para ser, sencillamente, uno más: nada más y nada menos que eso.

No les aseguro que vaya a salir bien, a ver quién soy yo para asegurar nada. Pero sí creo que tiene toda la pinta de tratarse de un magnífico fichaje. Y que se ganará rápidamente el favor de la hinchada, y que (si él quiere, si no le llaman ni le tientan de otros lugares) en Badalona podría haber Coby para rato. Y que tal vez un día, quién sabe, acaso escuchemos a las buenas gentes del Olimpic gritar ¡¡¡Coby, Coby, Coby!!!, a la manera en que lo hacen a menudo las glamourosas gentes del Staples. Que la de allí es con ka y e, que la de aquí será con ce y con y griega pero dará igual, ambos gritos sonarán de la misma manera, ambas aficiones se sentirán igualmente felices al proclamarlo. Ojalá.

martes, 23 de diciembre de 2008

Encesta su Muñeca

La Asociación de Clubes de Baloncesto, en siglas ACB, en estrecha colaboración con las Fábricas Agrupadas de Muñecas de Onil Sociedad Anónima, en siglas FAMOSA (no me ponga esa cara, que sí, que es verdad, que no me lo invento), ha emprendido un año más la campaña Encesta su Juguete, que como es bien sabido tiene por objeto hacer que los niños desfavorecidos reciban también su regalo y tengan algo con lo que jugar estas navidades. Empeño loable y encomiable donde los haya, que cuenta por supuesto con todo mi respeto y apoyo... pero no con mi comprensión. Es decir, comprendo y comparto el fondo, pero la forma se me escapa. Lo siento, será que no doy más de sí.

A ver cómo lo explico sin que me comparen con Herodes: la ACB monta un tinglado según el cual se suman todos los puntos anotados en cada una de sus dos jornadas previas a Navidad; a su vez a cada punto se le otorga un valor de diez euros, por lo que dicho total de puntos de cada jornada se multiplica por diez (lógicamente); y además en cada una de las dos jornadas se lanza un dado gigante, que hará que esa suma total se multiplique por dos o por tres, dependiendo de lo que salga...

Hasta aquí la teoría, que luego viene la práctica: y en la práctica, el dado siempre da tres. Acaso porque dicho dado ya esté suficientemente preparado para la ocasión (lo ignoro), o acaso por el empeño del maestro de ceremonias de turno en que el resultado sea precisamente ése y no otro. Así en Vitoria (sábado 13) como en Barcelona (sábado 20), la mascota que procedió a tirar el dado (en Vitoria una mascota propiamente dicha, en Barcelona Fernando Romay que no es mascota pero como si lo fuera, dicho sea con todo respeto y cariño) debió esmerarse no ya en orientar lo más posible el lanzamiento, sino incluso en abalanzarse sobre el dado antes de que éste acabara de botar, sujetándolo descaradamente con el tres cara arriba, no vaya a ser que siga rodando y al final la vayamos a liar... Vamos, lo que solemos llamar un paripé. Sí, paripé por una buena causa, paripé altruista, solidario incluso. Pero paripé al fin y al cabo.

¿Pero es que acaso podría ser de otra manera? ¿Qué pasaría si alguna vez saliera el dos, si fuera un sorteo (llamémoslo así) limpio, si los maestros de ceremonias se despistaran, si lo arrojaran demasiado lejos y no llegaran a tiempo de sujetarlo, si hubiera un rebote imprevisto, si no pudieran controlarlo? ¿Qué pensaríamos todos entonces? Joder qué ratas los de la ACB, ya les vale, pudiendo multiplicar por tres y van y lo multiplican por dos, serán las restricciones presupuestarias, cómo se nota que hay crisis... Algo así. No, sale tres porque tiene que salir el tres, porque ya está previsto y hasta presupuestado, porque cualquier otra opción carecería por completo de sentido.

Ya, pero entonces ¿para qué sirve lo del dado, aparte de mostrar la publicidad del patrocinador? Buena pregunta, de hecho yo mismo llevo años haciéndomela sin hallar jamás la respuesta. Todos, expectantes como estamos por que comience ya la segunda mitad, miramos estupefactos el dado, todos sabemos que el dado tiene caras que pone x2 y otras que pone x3, todos sin excepción sabemos que saldrá la del tres, hasta el narrador de TVE, antaño Barthe, hoy Cañada, ya nos anuncia que “apuesten a que saldrá el tres”, todos vemos como el dado (previa sujeción) muestra el tres, vemos cómo el espíquer lo grita, cómo las cheerleaders lo celebran, cómo la concurrencia aplaude (como si estuviera) entusiasmada... ¿Para este viaje hacían falta estas alforjas? ¿No bastaría con que las cheerleaders aparecieran con un cartelito, tipo cheque gigante, anunciando que gracias a la inmensa generosidad de la ACB y de su famosa entidad patrocinadora el total resultante se multiplicará por tres? ¿No daría el mismo resultado, no se generaría el mismo entusiasmo, no se obtendría idéntica repercusión publicitaria? Insisto, seguro que todo esto tiene algún sentido, pero yo por más que lo busco soy incapaz de encontrárselo. Será que carezco de espíritu lúdico, o de espíritu navideño, o de ambas cosas.

Pero vayamos aún más allá, vayamos a la esencia misma de la cosa. La de vincular directamente el total de euros destinado a juguetes con el total de puntos que se anoten. De acuerdo con las multiplicaciones anteriores cada punto viene a equivaler a 30 euros, por lo que un partido cuyo resultado fuera 115-105 generaría 6.600 euros, mientras que otro cuyo resultado fuera 57-53 generaría 3.300, es decir, exactamente la mitad. Ante lo cual no resultaba extraño escuchar (este año apenas lo hemos oído, pero en temporadas anteriores lo escuchábamos constantemente) aquello de que esperemos que se metan muchos puntos, que la anotación sea alta para hacer que suba más la cifra, para que esta ayuda pueda llegar a muchos más niños que lo necesiten...

¿Qué se pretende entonces? ¿Que no defiendan? ¿Cabe imaginar a un entrenador, en un tiempo muerto, diciéndoles a sus chicos, oye, hoy no apretéis mucho en defensa, no estéis muy encima, bajad los brazos, dejadles que tiren y por el resultado no os preocupéis que ellos harán lo mismo, que ya sabéis que esto es por una buena causa? ¿Habrán de ser aplaudidos, qué digo aplaudidos, aclamados por las calles, técnicos como Curro Segura, cuyo CAI permitió anotar 102 puntos a Unicaja en la Jornada 13, o como (aún más) Txus Vidorreta, cuyo iurbentia consintió 99 puntos al Granca en esta jornada y 97 al Tau en la anterior? ¿Habrá de ser ninguneado, lapidado, arrojado a los infiernos el bueno de Pablo Laso, cuyo modesto Bruesa sólo consintió 136 puntos (65 del Pamesa, 71 del Estu) en el total de estas dos jornadas? Y qué decir de Xavi Pascual, sólo 128 puntos encajados (61 del Menorca, 67 del Madrid), ¿le señalarán con el dedo, le insultarán por las calles, podrá acaso mirarse en el espejo sin sentir feroces remordimientos de conciencia por todos esos pobres niños que no tendrán nada con lo que jugar? ¿O será más bien Joan Plaza quien habrá de recibir un reconocimiento especial por su magna contribución a esta campaña, merced a esa blandísima defensa zonal que permitió a los tiradores blaugranas ensartar triple tras triple como si aquello más que un partido fuera una feria?

Una vez más, no lo entiendo (mira que soy duro de entendederas). ¿Por qué resulta necesario todo esto? ¿no sería mucho más fácil decir, simplemente, la ACB, con la colaboración de Famosa, dona este año chiquicientosmil euros para la causa, chiquicientosmil euros en juguetes para los niños más necesitados, un equis por ciento más que el pasado año, sin necesidad de vincularlo a que se anoten más puntos o menos? Y mira que la cosa ha salido razonablemente bien, ha habido hasta un cien, algún noventa, unos cuantos ochentas, no ha habido cincuentas, ni uno solo... ¿Pero es necesario pasar por esto, que haya que vincular la generosidad del baloncesto con la generosidad de su anotación? Seguramente me contestarán que es que así todo resulta mucho más divertido, mire usted. Tal vez, pero yo no lo veo. Mi espíritu lúdico que brilla por su ausencia, una vez más.

Y ya puestos, ya que estoy en plan tocapelotas (ustedes me perdonen) me permitirán una última pega, ésta referida al patrocinador. Sí, esas famosas muñecas de Famosa que se dirigen al portal, para hacer llegar al niño su cariño y su amistad. Que están muy bien, no seré yo quien lo niegue, una marca ejemplar que lleva años y años en el mercado proporcionando ilusión a las criaturas del mundo entero, qué duda cabe. Así que me parece perfecto, Muñecas Famosa. Pero ¿por qué sólo Famosa? O para ser más exactos, ¿por qué sólo muñecas?

No, no desprecio a las muñecas, ni al Nenuco, ni a todos esos otros muñequillos (cuyo nombre ahora mismo no recuerdo) que nos anunciaban en los tiempos muertos. No seré yo quien niegue la utilidad del juego simbólico en la formación de nuestros pequeños, más bien al contrario. Y nadie vea tampoco ningún matiz sexista, líbreme dios, que no hablo de juguetes sólo para niñas ni sólo para niños, ni a estas alturas del siglo me supone ningún problema el que niños o niñas jueguen con muñecas o con muñecos. No van por ahí los tiros. No planteo el en vez de, sino el además de.

O acaso me digan que no es eso, que Famosa es sólo el patrocinador, pero que ello no significa que todos los juguetes repartidos sean de dicha marca. Acabáramos. Puede ser, puede que Famosa patrocine pero no monopolice, que haya también balones, y volquetes y excavadoras, y el barco pirata y el hundir la flota, y clics de Famóbil y casitas de pin y pon, y construcciones de Lego y puzzles Educa, y micromachines y hasta maletines de la señorita Pepis (¿existirá todavía esa señorita Pepis?), y hasta el Monopoly o los Juegos Reunidos Geyper si me apuran, tantos y tantos juguetes cuyo nombre ya ni recuerdo porque ya ni siquiera mi hijo está en esa edad. Puede que haya de todo, tal vez, pero entonces ¿por qué sólo patrocina Famosa? ¿Acaso es que sólo hay espacio (económico) para un único patrocinador? ¿O acaso será que nadie más traga, que la crisis hace estragos y ningún otro juguetero se atreve a meterse en semejante lío? Habrá de todo… o habrá sólo muñecas, no sé. En cualquier caso, ya saben: Nochebuena de amor, Navidad jubilosa, es el mensaje feliz de las muñecas Famosa. En ello estamos.

Pero no teman, que ya dejo de aguarles las fiestas. Y línchenme si quieren, pero no olviden que yo no cuestiono fondo sino forma, que yo comparto el qué pero no entiendo el cómo. Y en todo caso tampoco me lo tengan muy en cuenta, si son sólo cosas mías, manías de un tipo que ya hace demasiados años que perdió el espíritu navideño (si es que alguna vez lo tuvo). Que éstas al fin y al cabo son fechas entrañables, de hecho a mí se me revuelven las entrañas cada vez que llega la Navidad. Por cierto: feliz navidad.

jueves, 18 de diciembre de 2008

el baile de los banquillos

Crecimos creyendo que la NBA era otro mundo (pero estaba en éste). Nada de lo que sucedía en aquella liga nos resultaba familiar: no había ascensos, descensos ni promociones; no tenían Copa ni competiciones internacionales, sino liga y sólo liga; sus campeones no recibían primas sino anillos; su jefe no era presidente sino comisionado; sus equipos no eran clubes deportivos, ni tan siquiera sociedades anónimas, sino franquicias; franquicias que no tenían escudo sino logotipo, que no tenían ultras sino cheerleaders, que ni tan siquiera tenían himno, si acaso el rock&roll de Gary Glitter; franquicias que no tenían cantera, ni equipos filiales ni vinculados, sino esa cosa llamada draft; que jamás pagaban traspasos, que lo más que hacían era intercambiarse jugadores; franquicias cuyos aficionados no parecían ir al baloncesto sino al teatro, no iban a ver ganar a su equipo (ni aún menos a animar a su equipo) sino a disfrutar de un buen espectáculo (y a cenar, de paso); franquicias cuyo merchandáisin contaba tanto o más que la taquilla, cuya cuenta de resultados importaba tanto o más que los resultados mismos; franquicias que no eran equipos sino auténticas empresas.

Sí, definitivamente aquello era otro mundo, nada, absolutamente nada que ver con todas esas truculentas historias que acostumbrábamos a gastarnos por aquí. ¿Nada? Bueno, acaso algo sí era igual: allí, como aquí, como en cualquier competición deportiva de cualquier lugar del mundo, si los resultados no eran buenos se cargaban al entrenador.

Pero eso sí, con moderación: muy gorda tenía que ser allí la crisis para que el técnico pagara el pato. Generalmente (y afortunadamente) los presidentes aguantaban a los entrenadores hasta más allá de lo que cualquier dirigente de los de por aquí hubiese considerado razonable. Sólo cuando ya no había vuelta de hoja, cuando la situación se había vuelto insostenible, el presidente o quien fuera tomaba una decisión que ya estaba cantada de antemano, que más que cesarle parecía que el técnico acabara cayendo por su propio peso. Los ceses a mitad de año casi podían contarse con los dedos de una mano, si acaso lo normal solía ser aguantar hasta la post-temporada para llevar a cabo entonces la intervención quirúrgica...

Recuerdos de un pasado que ya nunca más ha de volver... Porque este año, los dirigentes de la Liga norteamericana de baloncesto parecen (con perdón, dicho sea sin ánimo de ofender) los de la Liga española de fútbol. Seis entrenadores, seis, cesados ya en el mes y medio que llevamos de temporada. Seis entrenadores de un total de treinta, es decir la quinta parte, es decir uno de cada cinco, es decir el veinte por ciento de los técnicos de esa Liga (que cantidad de maneras de decir exactamente lo mismo). Seis que ya no se comerán el turrón (cosa que tampoco harán los otros veinticuatro, dado que allí no lo tienen por costumbre), a saber, Jordan (Eddie) en Washington, Carlesimo en Oklahoma, Wittman en Minnesota, Mitchell en Toronto, Cheeks en Philadelphia, Theus en Sacramento. Será cosa de la crisis, que en estos días los ejecutivos anden un poco más inquietos, qué sé yo...

Seis ceses que así al pronto yo agruparía en tres categorías: los que entiendo poco, los que entiendo aún menos y los que no entiendo absolutamente nada. Lo cual, evidentemente, no es culpa suya sino mía: porque de natural soy duro de entendederas, y porque estas soluciones quirúrgicas a mitad de temporada no me gustan, por definición: a menudo perjudican más que benefician, generalmente (pasada la típica reacción inicial) no arreglan nada sino que complican aún más las cosas; además, en muchos (buenos) profesionales generan incertidumbre y desconcierto, y en unos pocos (malos) profesionales dejan como un poso, como una sensación de que el poder está en sus manos, de que pueden quitar y poner entrenadores según les pete, según se les antoje poner mejor o peor desempeño, echarle más o menos esfuerzo. Ya digo, ésta es sólo mi opinión...

De todos modos, ustedes me permitirán (con su infinita paciencia) que entre un poco más en detalle. Entiendo un poco, por ejemplo, el cese de Sam Mitchell... entre otras cosas porque resultaría muy cínico por mi parte echarme ahora las manos a la cabeza y decir que hay que ver, que cómo es posible. Ya alguna vez me despaché a gusto sobre él, diciendo que me parecía un buen entrenador de temporada regular y un pésimo entrenador de playoffs, lo cual por cierto me ocasionó un ligero disgusto: un amable (y anónimo) lector, todo cargadito de razón, me puso verde y me espetó que a ver qué habría hecho yo en semejante situación. Pero eso era lo que pensaba entonces, hace año y medio, que ya no es exactamente lo que pienso a día de hoy: hoy ya ni siquiera creo que fuera un buen entrenador de temporada regular.

Y sin embargo, por extraño que parezca, todo ello no significa que esté de acuerdo con este cese. O, para ser más exactos, con la oportunidad de este cese. En el verano de 2007 (aún a pesar de ser el entrenador del año) o en éste de 2008, aún caliente su clasificación para playoffs pero también su prematura eliminación, sí que lo habría entendido, e incluso compartido. Pero ¿ahora?

A ver: Mitchell puede tener la culpa de muchas cosas, pero no parece que la tenga de la plantilla que le han dejado. Sí ha llegado Jermaine O’Neal, pívot tan bueno como frágil, que entre las lesiones que arrastra y las que le surgen a cada momento nunca sabes si podrás contar con él, ni cómo. Pero a cambio, pensemos en lo que se fueron dejando por el camino: por ejemplo a Delfino, imprescindible en la rotación del pasado año, mucho más que un puro tirador al estilo Kapono; por ejemplo al mismísimo Garbajosa, que el año pasado ya no jugó pero el anterior fue pieza clave para que llegaran donde llegaron; o por ejemplo a T.J. Ford.

Sí, también a T.J. Ford, no me ponga esa cara. Ford está en las antípodas de lo que yo pienso que debe ser un base (y de lo que él mismo era durante su etapa universitaria en Texas), pero esto es como decía mi abuela, ni tanto ni tan calvo que se le vean a uno los sesos: todos reclamábamos que Calderón fuera el base titular, pero no que fuera el único. Largar a Ford está bien (y más si puedes traerte a O’Neal a cambio), pero dejar al equipo con un solo base útil (aún por extraordinario que éste sea) no hay franquicia que lo resista. Ukic aún está muy tierno (y no sabemos si algún día dejará de estarlo) y Solomon es un chupón tiralotodo incapaz de crear juego, que al Maccabi le pudo hacer (relativamente) algún apaño, pero que a los Raptors no les dará más que quebraderos de cabeza.

Así las cosas Toronto puede presumir de un magnífico quinteto titular, pero carece de rotación solvente en el puesto de base, carece de rotación solvente en el puesto de alero y carece de rotación solvente en el puesto de pívot, por más que ahora hayan fichado al tal Voskuhl que ya no está precisamente en sus mejores años (y que ya era un jugador mediocre en sus mejores años). Todo lo cual va en el débito de un Colangelo que realizó una magnífica labor en Phoenix, pero que se está cubriendo de gloria en Canadá. Todo lo cual... más la aparente cagada de haber gastado todo un número uno del draft en ese Bargnani al que se le pone más cara de bluff por cada día que pasa.

Este es el panorama que se encuentra el amigo Jay Triano, hasta donde alcanza mi memoria el primer entrenador no estadounidense en toda la historia de la NBA (vale, sí, D’Antoni tiene la nacionalidad italiana... pero no consta que dejara de ser ciudadano americano por ello). Mi memoria también alcanza a haberle visto jugar alguna que otra vez contra España, en alguno de aquellos Mundiales o Juegos Olímpicos de los ochenta. Y hasta alcanza a haberle visto entrenar a aquella selección canadiense que, Nash al frente, nos apalizó en Sydney 2000. Y obviamente la NBA no le pilla de nuevas, tras haberse tirado unos cuantos años a la vera de Mitchell en ese mismo banquillo, así que cabe presumir que probablemente será un buen entrenador, pero también que se encuentra ante un marrón importante: intentar mejorar algo, justo en ese momento de la temporada en el que ya apenas hay tiempo para cambiar nada. Estos Raptors trianeros intentarán correr más, jugar más alegre, ganar más partidos (sobre todo esto último). Esperemos, por el bien de Calde (y por el nuestro, como fanes suyos que somos), que finalmente lo consigan.

Hasta aquí el capítulo dedicado a Toronto, pasemos ahora (más sucintamente, que esto ya me está quedando demasiado largo) por el resto. También puedo entender, siquiera un poco, lo de Eddie Jordan en Washington. Vale que no está Arenas (nunca está Arenas) pero, con todo y con eso, equipo había para algo más que lo que estaban haciendo: con Caron Butler y Antawn Jamison quizá no puedas aspirar a ganar el anillo, pero sí a hacer un papel medianamente digno.

Lo de Carlesimo en Oklahoma City ya lo voy entendiendo menos. A lo largo de su carrera, Carlesimo ha demostrado con creces su probada solvencia como técnico universitario en Seton Hall, y su no menos probada solvencia como técnico asistente a las órdenes de Popovich en San Antonio. Pero lo de ser entrenador-jefe en la NBA ya es otro cantar. Carlesimo, como tantos otros entrenadores universitarios, llegó acostumbrado al ordeno y mando y le costó entender que en la superprofesionalizada NBA las cosas no son así, no pueden ser así. Quizás aquella mañana en la que estuvo a punto de morir estrangulado a manos de Sprewell, empezara a darse cuenta de que aquí los modales cuarteleros conviene dejarlos al otro lado de la puerta...

En cualquier caso, quien ficha a Carlesimo ya sabe lo que ficha. Y quien lo echa, debería saber también por qué lo echa. Vamos a ver, señores, ¿se han parado ustedes a pensar en el equipo que tienen? Un equipo construido alrededor de Kevin Durant y que además cuenta como principales jugadores con... Kevin Durant. Un Durant que es una maravilla y va a serlo todavía más, pero que no deja de ser un chaval de apenas veinte años comenzando su segunda temporada profesional, con la calidad y la irregularidad que cualquiera pueda imaginar. Añádase además la mudanza de este verano, un montón de profesionales reubicándose, cambiando Seattle por Oklahoma City (nada menos) con los trastornos que todo ello conlleva, y también por ese lado podremos entender muchas cosas. ¿Cargarse al entrenador? ¿acaso alguien pensaba que podrían aspirar a otra cosa? No, Carlesimo podrá ser culpable de muchas cosas a lo largo de su carrera, no lo dudo; pero no de ésta.

Y casi en el mismo capítulo metería lo de Wittman en Minnesota. Kevin McHale es un tipo por el que siempre tuve una admiración profunda como jugador, quizás uno de los mejores cuatros que uno haya visto en su vida, superando sus evidentes limitaciones físicas con enorme sencillez y calidad. Todo lo cual no quita para que, como jefe de operaciones de los Wolves, me haya parecido casi siempre un auténtico desastre, genuino candidato al imaginario premio al peor ejecutivo del año (que no habría podido ganar, porque se lo habría quitado siempre Isiah Thomas). Bien es verdad que su última gran operación, aún pareciendo la más absurda, quizá fuera la única que tuviera algún sentido: visto que en todos estos años no hemos sido capaces de construir un equipo alrededor de Garnett, deshagámonos de Garnett e intentemos construir otra cosa. En ello siguen.

Así que Wittman fuera, como si él o cualquiera de sus antecesores hubieran tenido la culpa de algo, y el nuevo entrenador se llama... Kevin McHale, que ahora habrá de prescindir de sus magníficos jerséis, recuperar el odiado traje y bajar a la arena, donde le esperarán Al Jefferson y compañía. Y entre la compañía, por cierto, el emergente rookie Kevin Love, atípico cuatro que en ningún lugar podría encontrar mejor maestro. Tuvimos la suerte de conocer a McHale como jugador y la dudosa suerte de conocer a McHale como gestor; ahora sólo nos resta averiguar qué clase de McHale nos deparará el destino como entrenador.

Y vayamos a Philadelphia, donde los Sixers no sólo han cesado a un entrenador, han cesado también a un pedazo de historia, de la mejor historia por la que haya pasado esa franquicia. ¿Por qué? Ellos sabrán. Mo Cheeks, gran ex jugador y mejor persona (dicen), sobrevivió a duras penas a aquella caterva de Jail Blazers, y ahora parecía estar sobreviviendo también aquí, en la que siempre fue su casa, a este grupo de buenos jugadores recién reforzado con el advenimiento del mesías Elton Brand. Y no es que les vaya mal pero quizá tampoco tan bien como esperaban, que es que se ve que algunos se creyeron que ahora ya aspirarían al título, que tiemblen los Celtics, que tiemblen los Lakers que aquí estamos nosotros, sin pararse a pensar en que Mister 20/10, además de adaptarse a una nueva ciudad y a unos nuevos sistemas, tenía que adaptarse también a una nueva realidad: la de jugar cada dos días después de haberse tirado lesionado un año entero. ¿Solución? Pues nos cargamos a Cheeks, que además es buen tío y se resignará, que no dirá ni oste ni moste ni largará nada a la prensa, y luego ya veremos lo que hacemos... Huida hacia adelante, que le llaman. Lo dicho, ellos sabrán.

Acabemos en Sacramento, donde tampoco se han podido resistir a los caprichos de la moda imperante: si ahora lo que se lleva es cargarse entrenadores, pues nosotros no vamos a ser menos. Reggie Theus, que en sus buenos tiempos fue un buen jugador NBA con aires de estrella de Jólibud (o una presunta estrella de Jólibud que por avatares del destino acabó jugando en la NBA, no sé), llego en el verano de 2007 a la capital de California tras haberse labrado un brillante currículum dirigiendo a la Universidad de Nuevo México. Y durante la temporada 2007/2008 no es ya que lo hiciera bien, es que hasta se ganó casi la candidatura a entrenador del año, sacándole un magnífico rendimiento a una plantilla que se aproximaba peligrosamente a la mediocridad.

Claro que eso fue el año pasado. En éste las cosas no iban nada bien, pero tenía coartada: la ausencia por lesión de su mejor jugador, Kevin Martin, dejándole además una plantilla ya de por sí floja pero ahora también descompensada, con muchos más ingredientes por dentro que por fuera. Eximentes varios, pero que no sirven de nada cuando el cese ni siquiera depende de los malos resultados porque la decisión está ya tomada de antemano: desde al menos un mes antes, cuando a los hermanos Maloof, propietarios de hoteles y casinos en Las Vegas y de paso también de los Kings, les pillaron en una pillada como esas que tan típicas son por aquí, que de vez en cuando escuchamos a algún político, a micrófono (presuntamente) cerrado, decir mandagüevos, o hablando del coñazo de desfile, o de si los del partido propio son unos hijos de no sé qué... A ellos les pasó lo mismo y por ello supimos que la decisión estaba tomada desde hacía más de un mes, que tan sólo debía ser cuestión de esperar el momento preciso. Así que Theus fuera, y fuera también su primer asistente Chuck Person, el hombre del rifle, el que quizá debería haberle sustituido... La locura continúa.

Y hasta aquí. Seis han caído, seis en tan solo mes y medio, y esto puede ser sólo el principio. Si hiciéramos el juego ese de las proyecciones que tanto gusta a algunos comentaristas televisivos, ese de han metido treinta puntos en el primer cuarto, luego si siguieran a este ritmo acabarían con 120 al final del partido, y dado que la temporada regular NBA dura algo menos de seis meses, llegaríamos a finales de abril con ¡24 entrenadores despedidos! Vamos, que se salvarían Sloan, Popovich y cuatro más...

Pero no, no se me asusten, evidentemente eso no va a suceder, de ningún modo. La situación retornará poco a poco a la normalidad, las aguas volverán a su cauce, a estas alturas pocos ceses veremos ya... lo que no significa que no veamos aún alguno: quizás el de Atlanta, que el hombre se empeña en hacer bien las cosas por más que sus jefes parezcan tenérsela jurada desde hace ya algún tiempo, esperando que cometa el más mínimo error; o quizás Vinnie “Quindici” Del Negro, que llegó al banquillo de los Bulls por su cara bonita (es un decir), sin un mínimo currículum que le respaldara, y que parece estar dando sobradas muestras de que no sabe qué hacer con ese equipo (desde 1998 nadie parece saber qué hacer con ese equipo); o quizás el mismísimo Iavaroni, que ahora parece gozar de un periodo de tregua merced a esta última racha de buenos resultados, pero que tampoco le va a durar eternamente; o quizás, quizás, quizás... Tiempo al tiempo.

lunes, 10 de noviembre de 2008

por mi gran culpa

La cosa ésta de haber salido yo más bien agnóstico (o ateo, no sé) a veces tiene sus contrapartidas, sus contraindicaciones. La del santoral, por ejemplo: yo nunca sé ni me importa en qué santo vivo, cuál es el santo del día; yo jamás felicito a nadie por eso que llaman onomástica, no tengo ni la menor idea de cuándo es el santo de mi madre, ni el de mi hermano, ni siquiera el de mi hijo. Sé cuándo es el santo de mi señora esposa porque coincide con su cumpleaños, y sé cuando es el mío porque todo dios lo sabe, porque es de esas fechas marcadas en rojo en el calendario, de esas que todo el mundo te felicita aunque tú no quieras. Sé muy poco de santos, lo cual jamás me ha representado el más mínimo problema...

Hasta ayer. Ayer, 9 de noviembre, era la Almudena (Nuestra Señora de). Un santo (una santa, en este caso) que habitualmente sí sé muy bien cuándo cae, por la sencilla razón de que aquí suele ser fiesta. Es (dicen) la patrona de Madrid, razón por la cual nos suele traer un puente que suele resultar toda una bendición (nunca mejor dicho), unos días ideales para viajar porque, aunque vayas donde vayas te lo encontrarás todo infestado de madrileños (como de costumbre), al menos sabes que esta vez apenas encontrarás gentes de otros sitios. Suele ser así, pero claro, no siempre es así. A veces no ha lugar a puente, a veces, como ayer, cae en domingo, no necesita que le hagan fiesta porque ya es fiesta de serie. Y entonces, claro está, te olvidas por completo de su existencia.

Como yo ayer, por ejemplo. Yo ayer olvidé que, si bien se supone que vivo en un estado presuntamente laico (aconfesional, para ser más exactos), igualmente se supone que vivo en una Comunidad Autónoma cuyas autoridades suelen pasarse esa laicidad y esa aconfesionalidad por el forro de los ropajes de su señora Presidenta, que dios guarde muchos años (pero bien guardada, a ser posible). Yo ayer programé cuidadosamente mi deuvedé para que me grabara en Telemadrid el Barça-Estu, y seguidamente me fui con mi mujer y mi hijo a disfrutar del otoño paseando por un parque en agradable mañana dominical. Para luego volver, comer, recoger y ya por fin desmoronarme en mi sofá, pulsar el play... y encontrarme un Especial Informativo (ya a cualquier cosa le llamamos información) consistente en la retransmisión, en directo y en rigurosa exclusiva (¿cuánto habrán pagado por los derechos?) de la santa misa y posterior procesión de la susodicha virgen, desde su Catedral hasta la mismísima Plaza Mayor. Toda la santa mañana.

Todo muy santo, ciertamente, pero a mí se me llevaban los demonios. Me agarré un cabreo de proporciones bíblicas, sólo atenuado en un principio por esos típicos mecanismos de defensa que a veces solemos utilizar para engañarnos a nosotros mismos: total pues qué más da, si tampoco habrá sido para tanto, si tal y como están uno y otro seguro que habrá ganado el Barça de treinta, si no habrá tenido ni la más mínima emoción... para seguidamente poner el teletexto (que era lo que tenía más a mano en ese instante), leer Barcelona 71 – Estudiantes 72... y entonces ya no es que se me llevaran los demonios, ya es que directamente me quería morir, sólo de pensar en cuánto habría podido disfrutar yo viendo ese dichoso partido.

Que no es que Telemadrid no lo diera (que no lo dio), sino que lo movió a La Otra, su fantasmagórico segundo canal visible apenas en tedeté. Algo es algo, dirán algunos, que otros hay (y no miro a nadie) que cuando es San Nadal (siempre es San Nadal) capaces son de mover cielo y tierra para que todos veamos al santo, y éstos lo movido no se lo llevan ni a su tercer ni a su cuarto ni a su quinto canal, no: lo hacen desaparecer, sencillamente (si alguien no sabe de qué estoy hablando, que acuda a la anterior entrada de este blog, denominada Telerrealidad). Decía que Telemadrid mandó el baloncesto a La Otra, y si hasta hubiera avisado con tiempo de dicho cambio pues quién sabe, no nos habría hecho mucha gracia pero al menos habríamos podido soportarlo (que no entenderlo). Pero siete días antes Felipe Galán se despidió anunciando que la próxima semana, aquí en Telemadrid, partidazo, Barça-Estudiantes, y así mismo quedó reflejado durante todos estos días en toda guía de televisión que se precie. Sí, yo pequé de ingenuo, de creérmelo todo, de no desconfiar, de no mirar su web (que ahí sí vendría, supongo) antes de salir de casa, de no haberlo ni tan siquiera sospechado, de no recordar tan señalada fecha... Pequé de ingenuo y no es poco pecado, en estos tiempos que corren.

Y en el pecado llevé yo la penitencia, encima. Mira que por grabar este partido (que no grabé) dejé yo de grabar otro, ese Granca-Unicaja, también sumamente apetecible, que ofrecía Andalucía TV (única Autonómica que se digna a dar ACB a través de sus canales por satélite), éstos sin santa patrona de por medio, que yo sepa. Y al final ni el uno ni el otro, si no quieres caldo pues toma dos tazas, y si quieres dos tazas pues te quedas sin ninguna. Pues qué bien.

Vamos, que estoy en racha: en poco más de una semana me he ido a perder dos de los partidos que más ilusión podían hacerme, aquel Olympiacos-Unicaja y este Barça-Estu: dos citas imprescindibles (y aquí es cuando mi señora, si leyera esto, aparecería para decirme que es que a mí todos los partidos me parecen importantes, todos me resultan imprescindibles, sin término medio; quizá tenga razón, pero aún así hay algunos que son más imprescindibles que otros). Y en aquella primera, San Nadal Bendito, muy poco podría yo haber hecho, pero esta segunda será siempre por mi culpa, por mi gran culpa, por mi grandísima culpa (golpeo mi pecho mientras escribo): por descreído, por ateo, por olvidarme de fecha tan señalada, de virgen tan principal como para que Telemadrid le consagre (nunca mejor dicho) medio domingo, así llueva o truene, así haya que mover el baloncesto o lo que se tercie, todo sea por ver el recorrido de Nuestra Señora de la Almudena a lo largo de la Calle Mayor.

Así que aquí me tienen, intentando poner los medios para que no me vuelva a suceder: poniéndome al día en cuestiones de santoral a estas alturas de mi vida. Investigando en el socorrido gúguel, que me informa puntualmente de que el próximo domingo 16 es Santa Margarita de Escocia (reina), el domingo 23 es San Clemente I (papa y mártir), el domingo 30 es San Andrés (apóstol), el domingo 7 de diciembre es San Ambrosio (obispo y doctor)... Sí, santos todos ellos aparentemente inocuos, inofensivos incluso, pero ¿quién me dice a mí que alguno de ellos no sea el santo patrón de Navalagamella, Torremocha del Jarama, Valdemaqueda o Buitrago de Lozoya? Esta Comunidad tiene casi doscientos municipios, y no osaré yo jamás imaginar que los sabios e insignes rectores de Telemadrid puedan caer en la tentación de dispensar trato de favor hacia San Isidro y la Almudena, patrones de esta Villa y Corte, en perjuicio de otros santos no menos meritorios, y cuyo único pecado (sospecho que no debería utilizar esta palabra) pueda ser acaso el de ser patrones de localidades de menor fuste. No, por dios, Telemadrid es una televisión pública caracterizada por su acendrado respeto a las minorías (basta ver cualquiera de sus informativos para comprobarlo), así que jamás podría caer en tan escandaloso caso de discriminación: si el patrón de Patones de Arriba es (pongamos) San Cucufato, pues hasta allí habrán de acudir sus unidades móviles en dicha fecha, para dar cumplida cobertura a los actos religiosos inherentes a tan magna celebración...

Vale, al menos hay algunos que son tan difíciles: puedo imaginar, no sin esfuerzo, que el patrón de San Lorenzo de El Escorial sea San Lorenzo, que el de San Sebastián de los Reyes sea San Sebastián, que el de San Fernando de Henares sea San Fernando, que el de San Agustín de Guadalix sea San Agustín, que el de Santorcaz será San Torcaz, por razones más o menos obvias. Pero ¿quién demonios (sospecho que esta palabra tampoco será la más adecuada) podrá ser el santo patrón de (por ejemplo) Móstoles, o de Torrejón de Ardoz, dado que no me consta que Iker Casillas o Jorge Garbajosa (respectivamente) hayan sido aún canonizados? No, me temo que no me va a resultar fácil ponerme al día en cuestiones de santidad. Me temo que son ya demasiados años, que será ya demasiado tarde, que nunca podré ya estar seguro de si Telemadrid me dará o no un determinado partido, de qué acto religioso se me aparecerá cualquier domingo por la mañana a la vuelta de cualquier esquina.

Si al final va a ser lo que me decían de niño en el colegio (de curas, por cierto), que Dios escribe derecho con renglones torcidos. Y mira que yo no entendí jamás aquello (joder, pues si es todopoderoso que empiece por enderezar los renglones y así ya luego le resultará más fácil, pensaba yo con infantil candidez), que he necesitado alcanzar la madurez (física, no mental) para entenderlo, para experimentarlo en mis propias carnes. Quién me lo iba a decir a mí, a mis años, con mis ideas (o mi falta de ideas, no sé) y aquí me hallo, explorando los intrincados recovecos de la santidad. Definitivamente, los caminos del Señor son inescrutables.

viernes, 31 de octubre de 2008

telerrealidad

Sales de casa un jueves por la mañana, sabes que no volverás hasta la noche, programas cuidadosamente el deuvedé para grabar el partido de Euroliga que La2 anuncia para las 19:45, estás todo el día currando, vuelves, cenas, haces todas las tareas domésticas habidas y por haber y cuando por fin te arrellanas y te repantingas en tu sofá para ver al fin tu partido, le vas a dar al play y en tu televisor (tras varios minutos de noticias varias) se te aparece un extraño francés de apellido Monfils (o sea, Mishijos), el cual porta una sospechosa raqueta en su mano derecha. Qué hace este tío aquí, te preguntas durante un instante, tan sólo el breve periodo que tarda el realizador en irse al otro lado y mostrarnos a su rival, el insigne, el eminente, el insustituible, el imprescindible (sobre todo imprescindible) Rafa Nadal que a su vez porta otra raqueta, ésta en su mano izquierda...

Que está muy bien, no seré yo quien lo critique, faltaría más, hasta ahí podíamos llegar. Soy el primero en admirar a Nadal, en disfrutar con su juego y con sus triunfos, y hasta entiendo que su fama trasciende fronteras, que su importancia va mucho más allá de lo meramente deportivo para elevarse hasta la categoría de icono mediático, que sus partidos son de interés general cual si del fútbol en tiempos de Cascos se tratara, que todos y cada uno son absolutamente imprescindibles, así se trate de una final de Gran Slam u olímpica o de un partido de octavos de final de cualquier torneo de segunda.

Si yo lo entiendo, entiendo todo eso y entiendo además que el tenis, maravilloso deporte donde los haya, merece tener un hueco en la programación de nuestras televisiones. Y de hecho es lo que hace Televisión Española, abrirle un pequeño y modesto huequecillo en la programación de su canal temático, Teledeporte, programación que por ejemplo, para este mismo jueves, anunciaba: 11:00 – directo, tenis, Masters Series de Paris; 13:00 – directo, tenis, Masters Series de Paris; 15:00 – directo, tenis, Masters Series de Paris; 17:00 – directo, tenis, Masters Series de Paris; 19:00 – directo, tenis, Masters Series de Paris; 21:00 – directo, tenis, Masters Series de Paris; 23:15... no, a las once y cuarto de la noche ya no nos queda más tenis, ya lo hemos dado todo pero no caigamos en el error de ofrecer alguno de los cuatro partidos de Euroliga hoy disputados, ni aún en diferidísimo siquiera, no por dios, si resulta que son las tantas y aún no hemos dado fútbol, cómo puede ser eso, démosles este mismo partido italiano, Lazio-Chievo, no vaya a ser que los aficionados echen en falta su dosis y luego no nos duerman, hasta ahí podíamos llegar, somos una televisión pública luego debemos proporcionar un servicio público, procurar el bienestar de la inmensa mayoría de nuestros telespectadores, faltaría más...

Si es que en el fondo somos unos pardillos. Allá por el 20 de octubre, en el comienzo de la Euroliga, eso que ahora llamamos Opening Day porque se ve que queda más fino que decir Partido Inaugural, el voluntarioso a la par que bienintencionado narrador Diego Martínez nos contó que cada semana podríamos ver todos los encuentros de nuestros equipos, uno de ellos por La2, los otros cuatro por Teledeporte. Y nosotros fuimos y nos lo creímos. De hecho hasta es posible que él mismo, no menos ingenuo que nosotros, también se lo creyera mientras lo decía.

Y la primera semana sí fue más o menos así: ese lunes vimos al Tau en La2 y ya en días posteriores Teledeporte nos ofreció al Madrid en directo, al Unicaja en semidirecto, a la Penya en diferidísimo, al Barça que iba a ser sólo con un ligero retardo pero que al final también se nos cayó a la mañana siguiente... Podría ser mejor, ciertamente, pero visto lo visto ya casi nos dábamos con un canto en los dientes si todas las semanas fueran así...

Porque esta segunda semana la programación, así de entrada, ya nos venía coja: miércoles el Madrid, jueves el Unicaja por La2, Barça y Tau que se caen a la mañana del viernes en Teledeporte... Y al Joventut que le den. Que le den otros quiero decir, sus canales autonómicos mismamente, que a nosotros ya no nos cabe, que esta semana es que hay mucho tenis, mire usted, y si acaso ya veremos si le encontramos un hueco en la mañana del sábado, día ideal porque para entonces ya ni dios se acordará de cómo quedaron, así que podrán verlo con la misma emoción que si fuera en directo… Y en cualquier caso qué más da, si tampoco necesitamos verlo, si con imaginárnoslo tenemos ya más que suficiente, si a estas alturas de nuestra vida ya tampoco nos hace falta mucho más...

Pero aún así, si al menos hubiéramos podido ver los otros cuatro partidos anunciados, pues tal vez nos habríamos vuelto a dar con ese mismo canto en los dientes, que acabaremos con los piños machacados de tanto darnos... Sobre todo esa gran cita de la semana, sin duda el partido cumbre, y por ello (y por empezar más temprano, también) el elegido (presuntamente) para La2, el nuevo y flamante Unicaja de Aíto rindiendo visita al manicomio de la Paz y de la Amistad, al milmillonario Olympiacos de Papaloukas o Childress... Pues no. ¿Que acaso un partido del Unicaja en El Pireo va a ser más importante que Nadal enfrentándose (es un decir) al Mishijos éste, en octavos de final del segundo torneo en orden de importancia de entre todos aquellos que se disputan cada año en París de la Francia? Pues eso.

Así pues, vale, asumámoslo: asumamos que Nadal es de interés general y que su mera aparición sirve para levantar cualquier programación. Asumamos que nos levanten el baloncesto sin aviso previo... bueno, sin aviso previo, sin aviso posterior, sin información alguna, sin explicación de ninguna clase, que esto de dar explicaciones es muy peligroso, lo mismo vas, lo explicas y se malacostumbran, y luego ya se creen con derecho a que se lo tengamos que explicar todo... Vale, está bien, está Nadal ergo la Euroliga no puede ir por La2, pero... ¿y por Teledeporte?

No hombre no, por Teledeporte no, qué cosas tiene usted. En Teledeporte tenemos anunciado tenis, no vamos a cambiar la programación, qué pensarían los aficionados al tenis, que está muy feo eso de anunciar una cosa y luego dar otra... Pues es verdad, mire, no había caído pero ahora que lo dice... Además la suprema trascendencia planetaria de Nadal nos obliga a dar sus partidos por Teledeporte, por La2 y por tve1 también si es preciso, y por donde haga falta, como el discurso del Rey en Nochebuena, como el parte o el desfile de otros tiempos, y espérese que cualquier día no saquemos un Real Decreto obligando a ofrecerlos a todas las demás cadenas...

Aunque quizá no faltará quien diga que todo esto nos está bien empleado, que en el fondo tenemos lo que nos merecemos. No tanto los aficionados, pobres de nosotros, como el baloncesto en general y como la Euroliga en particular. Porque si el mercado se mueve por eso que llaman la ley de la oferta y la demanda, pues entonces tenemos un problema: este verano la Euroliga generó una oferta, sus derechos de televisión, para la cual no encontró demanda alguna. Es decir, no encontró más demanda que la que ya tenía: algunas (sólo algunas) Autonómicas, para dar a los equipos de su Comunidad respectiva, y para el resto TVE, pero no porque quieran ni porque les haga ilusión sino porque casi no les quedaba otro remedio: bueno, venga, vale, si esto no lo quiere nadie pues nosotros os haremos el favor, al menos nos servirá para rellenar huecos pero luego no os vengáis quejando de si lo damos así o asao ni de si lo dejamos de dar...

Dicho y hecho. La Euroliga, como la ACB, están en el Ente Público porque sí, porque no hay otra opción, porque nadie más las quiere. Pero eso sí, con una diferencia: que al menos a la ACB me la tratan con cariño: aceptables realizaciones, buenos medios, el mejor narrador disponible, un analista para los aspectos técnicos y otro (es un decir) para los lúdico-festivos, una o dos entrevistadoras, un horario (casi) fijo, una costumbre... Que sí, que podría estar mejor pero al menos es algo; o es mucho, si lo comparamos con aquello que tuvimos tres o cuatro años atrás.

Ese cariño que recibe la ACB es todo un lujo al lado del profundo desprecio que recibe la Euroliga: desapariciones repentinas, diferidos constantes, horarios cambiantes, narradores solitarios y (digámoslo así) desiguales, comentarios técnicos inexistentes, carencia absoluta de entrevistas, previos, análisis y demás parafernalia, y la sensación permanente de que con todo y con eso nos están haciendo un gran favor, casi como si nos dieran una limosna; vamos, que si os lo damos es porque nos dais pena así que encima no vengáis a quejaros, y si no os gusta pues ya sabéis, ahí tenéis la puerta, a ver dónde encontráis otra televisión que os quiera...

Y eso es lo malo, que no la hay, que no existe demanda para esta oferta, nos guste o no (que no nos gusta, evidentemente): a Antena3 y Tele5 ni les hables de baloncesto, ni a laSexta, que mucho colegueo con la selección en los veranos pero que ahora anda en otras cosas, en sus júrboles mayormente. Y Sogecable, con su Cuatro y sus Pluses, pues dirán que ellos bastante tienen con su NBA, aún más este año que han decidido echar el resto, partidos por doquier, comentaristas invitados a tutiplén, todo ello quizá para convencer al señor Stern, para que siga depositándoles su confianza y haga oídos sordos a esas otras propuestas que le llegan para el año que viene, la de laSexta, la de (sí, créanselo) TVE, que mira tú, se ve que esto sí les interesa, vaya por dios… Sí, en Sogecable dicen ser la casa del basket pero por ahora sólo son la casa de la NBA. Y está muy bien que lo sean, de hecho la NBA no podría estar mejor en ningún otro sitio. Pero para ser esa casa del basket deberían hacer reformas, tirar algún tabique, ampliar la construcción por algún lado… Y no, por ahora no parece que estén por la labor.

Llegados a este punto, tal vez los mandamases de la Euroliga deberían hacérselo mirar. Deberían ser capaces de vender su producto, o al menos de intentarlo; pero si no saben venderlo y tienen que regalarlo, entonces lo mínimo sería que supieran cómo y a quién se lo regalan; cómo trata luego ese producto su cliente (por llamarle de algún modo), de qué manera lo hace llegar al gran público: si cuida su marca, si la promueve, si la ningunea, si la prostituye incluso. Deberían hacer siquiera un mínimo control de calidad. Sí, tendrían que empezar a preocuparse muy seriamente por estos y otros temas pero no hay cuidado, que ellos ahora mismo están en otras cosas...

Por ejemplo en su imparable proceso autodestructivo, reinventando la autofagia como nueva modalidad de gestión deportiva. Sumidos en guerras no ya fratricidas sino parricidas, enfrentados consigo mismos y con quien los fundó, y todo por un quítame allá esos equipos, que si yo quiero que siempre jueguen los mismos, que si yo prefiero que también juegue el campeón de Moldavia o el de Beluchistán... Y mientras unos y otros se matan por cómo será la Euroliga del futuro, poco a poco, sin que apenas se den cuenta, se les va apagando la Euroliga del presente. O dicho a la manera clásica, entre todos la mataron y ella sola se murió. En ello estamos.